Era un día común cuando decidí abrir la caja de huevos, pero al hacerlo, algo inusual llamó mi atención. Entre las cáscaras suaves y perfectas, había uno que no encajaba. Un huevo arrugado, su cáscara hundida y marcada como si el tiempo hubiera pasado por él de manera diferente. Pense que era solo una imperfección, algo trivial, pero al sostenerlo en mis manos, senti un escalofrío que recorría mi cuerpo.
Algo no estaba bien. El huevo parecía demasiado ligero, casi vacío, y cuando lo miraba con detenimiento, podía jurar que algo se movía en su interior, algo que no se veía, pero se sentía.
No era solo un huevo cualquiera. De alguna manera, sabías que había algo más, algo oculto esperando ser descubierto. Lo deje sobre la mesa, y el silencio de la habitación se volvió más pesado. ¿Qué secretos guardaba esa cáscara arrugada? ¿Por qué te atraía, como si estuviera llamándote?
Un impulso irracional me llevó a romperlo, y al instante, todo cambió. Un olor extraño llenó el aire, y la luz de la habitación pareció oscurecerse por un segundo. Lo que salió de su interior no era algo que pudieras haber anticipado...
Al romper el huevo, algo que no pude anticipar comenzó a suceder. La sustancia viscosa que emergió del interior se desparramó rápidamente sobre la mesa, pero no era líquida como esperabas. A medida que se expandía, comenzó a formar una figura, una forma que lentamente tomaba un contorno más definido, algo... vivo.
El resplandor verde continuó irradiando, envolviendo la habitación en una niebla espesa y densa. Fue entonces cuando, entre las sombras, algo se movió. Un pequeño, pero extraño sonido, como un débil piar, resonó en la oscuridad.
Me acerque con cautela, y lo que vi me hizo retroceder, el miedo me recorrio por todo el cuerpo. Frente a mi, una criatura monstruosa, parecida a un pollito, se agitaba. Su cuerpo era pequeño, pero sus ojos eran desmesuradamente grandes, llenos de una inteligencia y maldad que no correspondían a su tamaño. Sus plumas eran oscuras y gruesas, y su pico afilado tenía una extraña luminosidad verde. Los piar que emitía no eran sonidos inofensivos, sino más bien un murmullo bajo, que parecía hacer eco en tu mente.
El pollito monstruoso dio un pequeño salto hacia mi, pero no como cualquier ave común. Se movió con una rapidez antinatural, sus patas arrastrándose por la mesa, su cuerpo deformándose a medida que avanzaba. No era un simple pollito. Era algo que había estado esperando en el interior de ese huevo, algo que debería haber permanecido en las sombras de la naturaleza, sellado lejos de la realidad.
El miedo me paralizó, pero una fuerza invisible parecía apoderarse de mi, como si algo en la habitación te estuviera observando, esperando el momento perfecto. La criatura se detuvo frente a mi, sus ojos fijos en los tuyos, y en ese momento, el susurro que habías oído al romper el huevo volvió a resonar en tus oídos: "Es solo el principio…"
Comments